Los cambios acontecidos en la agricultura cubana a finales del siglo XX provocaron la ruptura del paradigma basado en la dependencia de importaciones, por lo que se precisó comenzar a construir un nuevo modelo técnico-económico sobre la base del desarrollo endógeno, asociado al fomento de capacidades innovadoras y de tecnologías sostenibles; ello exigió que los centros de desarrollo de conocimiento se centraran en la aplicación de innovaciones, mediante adecuados procesos de extensión rural.
Desde finales de la década de los ochenta, la humanidad experimenta la ruptura de muchos de los modelos, enfoques y paradigmas que hasta entonces habían guiado los procesos de desarrollo, los que abarcan las dimensiones social, económica, ambiental, tecnológica y política. La globalización y la revolución de la informática y las telecomunicaciones, entre otras, han provocado incertidumbre y complejidad para analizar los fenómenos y procesos que inciden en el desarrollo.
El objetivo de este trabajo es dar a conocer cómo se han desarrollado los vínculos entre el sector productivo y la Estación Experimental de Pastos y Forrajes “Indio Hatuey”. Se emprendieron una serie de medidas para la recuperación de la base alimentaria del ganado, con el empleo de prácticas alternativas y la aplicación de sistemas sostenibles de producción animal, las cuales tenían como principal objetivo el aumento de la producción, aun con pocos recursos
Con el objetivo de confeccionar los planes de fincas a partir de la aplicación de una metodología para tal fin, se realizó una investigación en 25 fincas de los municipios Perico, Martí, Colón y Jagüey Grande (provincia Matanzas, Cuba). Se confeccionó una guía a partir de la metodología de Palma y Cruz (2010), modificada según el contexto cubano, y se capacitó a varios facilitadores que trabajaron con grupos de campesinos, por lo que en la elaboración de los planes se aprovechó los conocimientos de las personas con mayor experiencia.
Avec le GIZ Programme Mondial Sécurité Alimentaire et Renforcement de la Résilience, l'Allemagne apporte une contribution significative aux objectifs de développement durable (en particulier la SDG 2 - "faim zéro"). Le programme vise à améliorer durablement la nutrition et la résilience des personnes - en particulier des femmes et des enfants. Pour y parvenir, le Programme Mondial combine des mesures de différents secteurs, par exemple l'agriculture, la santé, la sécurité sociale et le WASH (Water, Sanitation, Hygiene).
Due to political conflict, hundreds of thousands of people had to leave their homes in northern Mali in the last decade. Many have since returned to their home but struggle to regain their livelihoods. In the Timbuktu region, food insecurity is very high and 15 percent of children under 5 years old suffer from acute malnutrition. Goundam, one of the administrative districts of the Timbuktu region, is populated by livestock farmers. Among the previously displaced people, many have lost all their livestock, and with that their traditional means of livelihood.
Feeding the world’s steadily growing population while respecting the planetary boundaries will be a key challenge for humanity in the future. Prevailing production and consumption patterns are leading to a loss of natural resources and destroying ecosystems and their functions. More than 820 million people were affected by malnutrition in 2017. Climate change is exacerbating this development and pushing natural ecosystems to their limits, something that is having far-reaching consequences for the environment, the economy and humanity.
The project’s overall objective is to improve the rural population’s resilience to food insecurity by increasing their income through Castor oil plant, Honey, Beans and Goat value chains. GIZ is contributing to the Androy, Anosy and Atsimo- Antsinanana regions’ economic development and aims to integrate mainly vulnerable households in these chains, especially households run by a woman. GIZ has selected high potential sectors and wants to make sure that they can adapt to climate change.
L’objectif général du projet est d’améliorer la résilience de la population rurale face à l’insécurité alimentaire en augmentant leur revenu à travers la promotion des chaînes de valeur. La GIZ contribue au développement économique dans les régions Androy, Anosy et Atsimo Atsinanana et vise surtout à intégrer des ménages vulnérables dans ces chaînes, notamment les ménages dirigés par les femmes. La GIZ sélectionne des filières à haut potentiel et souhaite les adapter aux changements climatiques.